El marketing emocional destaca la importancia de despertar emociones en el consumidor. En nuestra sociedad, la emoción es lo que mueve el mundo.
Los tiempos cambian y las tecnologías avanzan de forma imparable. Las nuevas herramientas y entornos digitales y virtuales permiten una targetización y una híper segmentación sin precedentes. Pero, no podemos caer en el error de que lo de detrás es vacío. El dato es necesario, pero el consumidor no puede reducirse a ser un número. Seguimos siendo personas y nos sigue moviendo lo mismo. El marketing emocional es el flechazo para enamorar al consumidor.
Comentaba el director europeo de marketing de Red Bull, Jaime Cacharrón, en el FOA Madrid, que es necesario dar el paso de la publicidad de la razón a la publicidad de la emoción, señalando la necesidad de ocupar un lugar destacado en la mente del consumidor. En este sentido, la defensa del marketing de los sentidos es necesaria, ya que éstos son primordiales a la hora de suscitar emociones: música e imágenes son componentes multimedia determinantes para hacer aflorar emociones. Y, por supuesto, también la historia que las sustenta.
Por tanto, es aquí donde debe de volver a entrar el storytelling. Es momento de volver a lo que siempre ha funcionado y recuperar el arte de contar historias. Hay muchos ejemplos de marcas, sean grandes o pequeñas, que lo hacen muy bien; pero otras muchas lanzan mensajes vacíos, sin razón, sin causa, sin fondo… sin fuste. Cuando una historia es buena no importa dónde empieza porque acaba en todos lados.
Cuando una historia es buena, trascienden a los formatos. El storytelling a partir del marketing de contenidos genera una emoción y deja una huella en la memoria del consumidor. A veces, no hay por qué inventar: el mundo está lleno historias asombrosas, basta con mostrarlas. Todas las marcas tienen algo que contar. Todas las marcas tienen detrás personas que sienten como personas y, por tanto, conocen los caminos para llegar al corazón del consumidor. El marketing emocional sólo consiste en conectar historias de personas con personas. Un anuncio debe conquistar el corazón y apelar a la inteligencia del consumidor, dicen los expertos.
Uno de los mejores y más recientes ejemplos es la campaña de Navidad de Ruavieja 2018, «Tenemos que vernos más». Es maestra porque trata un tema que a todos afecta y lo evidencia de forma tan sencilla que te quedas pensando cómo no se te había ocurrido que eso estaba pasando. Es maestra porque te da algo de manera directa, algo que siempre había sido tuyo: un dato. Un dato siempre alarmante, hasta en el mejor de los casos. Es maestra porque logra removerte por dentro hasta el punto en que decides hacer algo por evitarlo. Conectar así con la gente, esa es la esencia de la buena publicidad.
Es necesario pasar de la publicidad de la razón a la publicidad de la emoción, de apostar por el marketing emocional. Sin embargo, el cada vez más dinámico mercado, la premura de adaptarse al cambio y el contexto cortoplacista se materializa en que, cada vez más, las campañas estén enfocadas a la venta, dejando pocos recursos para poner en valor la marca. El branding es necesario para que no nos olviden.
Pero no nos confundamos, data y emoción son compatibles. Estamos ya a las puertas de la creatividad personalizada: con la creación de los perfiles híper detallados, la capacidad de las marcas de tocar el corazón va a ser mayor. Este ejemplo lo podemos ver en la campaña que realizó IKEA para acercarse al público joven, haciendo una campaña IKEA vs. Arkano
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